The colour of Magic
Piranha
Spectrum (versión comentada), Commodore 64
1986
Nuestros sueños, fantasías, universo privado, como queramos llamarlo: todo ello, eso que somos dentro de nosotros mismos de manera íntima y personal, se ha cimentado desde niños (para el que no lo sepa) en cuatro elefantes que, a su vez, descansan en el caparazón de una gran tortuga estelar. Aunque hoy esos cimientos se tambalean y he envejecido de golpe varios lustros, me permito recordar dónde me encontré yo con Pratchett. En 1986 llegó a mis manos una curiosa aventura conversacional en inglés llamada The Colour of Magic de una prestigiosa compañía nada versada en este tipo de programas. Reconozco que me llegó "alegalmente" en forma de cassette con carátula fotocopiada, aunque la escasa calidad de la misma me permitía atisbar un panorama muy loco: un turista (¿) y su máquina de fotos de la que salía un enano (¿??) con una paleta de colores; un mago con pinta de histérico; una representación de la Muerte asomando al fondo; y todos ellos volando sobre un baúl que en su base estaba provisto de lo que parecían ¿pies? Todo disparatado, es decir, como debe ser.
Por aquel entonces no sabía nada de Pratchett y de su universo sarcástico y humorístico a partes iguales, aunque resultaba que esta aventura conversacional era una muy fiel aproximación a su primera novela. El juego de Piranha proporcionaba la primera experiencia informática de la franquicia tres años después de editarse el libro, y tres años antes de que en este país disfrutásemos de la traducción de El Color de la Magia. Para muchos la primera aventura informática de Mundodisco fue Discworld: The Trouble With Dragons (tan tarde como en 1995 y disponible incluso para Saturn aunque la base de su popularidad la recibió en PC) pero este experimento en ordenadores de 8 bits tuvo un innegable atractivo sobre todo por acercarse a la literatura... desde la literatura de lo conversacional. Y además era fiel a Pratchett hasta en lo atípico: el Norte, Sur, Este y Oeste son Widdershins, Turnwise (para desplazarte en el sentido del giro o contra él), Hubward y Rimward (hacia el centro o alejándote de él), que es como cualquier hombre de bien se orientaría en una superficie con forma de disco. La estructura episódica en cuatro partes (al igual que el libro) deja a las claras la intención de ser fiel a la historia de origen, para lo positivo y lo negativo. En la aventura podremos seguir el periplo del desastroso Rincewind el mago y ese turista extraño llamado Dos Flores a lomos del Equipaje Volador, y escapar de tabernas en llamas, visitar el Templo de Bel-Shamharoth (muy Lovecraft) donde somos salvados por el bárbaro Hrun, escapar a duras penas de una montaña plagada de dragones y llegar al borde del mundo donde evitamos un fatal destino a manos de Garhartra arrojándonos al espacio mismo más allá del Mundodisco. Quizá el principal fallo de esta primera novela fue la falta de una estructura clara que controle tal torrente de imaginación y locura, y eso hace que la aventura pueda parecer igualmente arbitraria en cuanto a situaciones o soluciones a determinados eventos. Sin embargo, dejando a un lado el contenido, la naturaleza misma de un programa informático hace que la estructura deba existir de manera forzosa y eso la hace más contenida de lo esperable. Una curiosidad disfrutable hoy día vía emulador o incluso usando herramientas como intérpretes tipo Winfrotz o Windows Glulxe.
Y entonces, sin darte apenas cuenta, Pratchett se introduce en tu vida. Vía informática, pero ya se sabe que una cosa lleva a la otra. Dejar entrar algo así en tu imaginario particular no es moco de pavo porque te arrastra a una cantidad de contenido letalmente adictivo y que se convierte en un agujero negro para el tiempo de ocio. Porque por sus páginas puede pasar cualquier asunto de la "vida real" y ser reinterpretado, retorcido o directamente profanado. Religión, ciencia, sociedad, todo ello surte de manera inagotable las bases mismas de Mundodisco a la vez que este gira y gira huyendo de la triste realidad a lomos de una gran tortuga. Terry Pratchett ya sabía que algún día se iría de paseo con su querida Muerte, su personaje más famoso con permiso de Rincewind. Supongo que es mejor pensar que no ha muerto sino que simplemente se fue temprano para evitar el atasco.
